Vivimos en una época que los estudiosos proponen llamar "Antropoceno" [1], subrayando el papel crucial de la actividad humana en los cambios de la biosfera y geológicos. Se está produciendo también una transición hacia un estado cualitativo diferente de la civilización.
La creciente globalización y el movimiento opuesto de preservar la identidad nacional conllevan un fuerte incremento de la complejidad en la esfera ecológico-técnico-social lo que provoca un mundo artificial que cada vez más separa al hombre de la naturaleza, lo cual se traduce a su vez en una presión sin precedentes sobre la biosfera por parte de la civilización. Todos estos factores ponen a la humanidad ante el desafío de seleccionar la única opción que pueda asegurar la preservación y el desarrollo de la civilización. Sin embargo, la estructura de nuestro conocimiento no coincide con la profundidad y la importancia de los desafíos a los que se enfrenta la humanidad.